Cesc Fàbregas no podría haber encontrado un mejor momento de dar otra imagen a las críticas que hubieron por su rendimiento en los partidos jornadas atras. La historia en Riazor podría haber tenido un desenlace bastante menos satisfactorio para los intereses azulgranas de no ser por el acierto, el oficio y la visión de juego del centrocampista azulgrana que nos satisfació con sus pases.
En una posición más retrasada que la que el esta acostumbrado a jugar, aunque sin perder la libertad de algunos movimientos, Cesc volvió a demostrar que su juego para el equipo va mucho más allá de marcar o incluso asistir a sus compañeros. La Coruña se convirtió en un magnífico ejemplo de por qué Tito Vilanova no ha dejado de confiar en la capacidad del canterano ni un solo día. Buscó y encontró espacios, abrió la defensa del Deportivo y mostró su compañerismo tras deslumbrarnos con bonitos pases entre lineas dejando solo a sus compañeros. El resultado no podía ser más positivo. Una asistencia a Jordi Alba para abrir el marcador antes de llegar a los tres minutos de juego y dos más a Leo Messi, quien ya es su mejor socio sobre el terreno de juego. El disfraz de Xavi le quedó como un guante a Fabregas, quien demostró ser más peligroso irrumpiendo desde atrás y rompiendo las líneas del rival. Esta temporada suma cinco asistencias de gol, aunque el sábado le atribuyó el mérito al argentino, “da gusto jugar al lado de Leo”, dijo.
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